Los principales estudios privados cuestionan la consistencia del Presupuesto 2026 y advierten sobre los riesgos de continuar con la actual política económica.
El Presupuesto 2026 presentado por Javier Milei cristaliza el ajuste iniciado en su gestión: sostiene la contracción del gasto público, prioriza el pago de deuda y busca blindar un superávit financiero a través de una “regla fiscal”. Pero los analistas privados remarcan que las proyecciones oficiales se apoyan en supuestos poco realistas, en un contexto de recesión, caída del consumo y un déficit externo creciente.
El Gobierno estima un dólar oficial a $1.325 en diciembre de 2025 y a $1.423 un año después, muy por debajo del nivel actual de $1.524. También proyecta una inflación de 24,5% para 2025 y de 10,1% en 2026, metas que las consultoras privadas como Analytica consideran inalcanzables: esperan una inflación de 29,1% en 2025 y de 20,5% en 2026.
Con esos cálculos optimistas, Milei anunció aumentos reales en salud, educación y seguridad social, pero bajo escenarios de inflación más probables, esos incrementos se diluyen e incluso se transforman en caídas. A su vez, el presupuesto prevé déficits comerciales todos los años hasta 2028: solo en 2026 el rojo treparía a US$ 5.751 millones, lo que agrava el interrogante sobre cómo pagar vencimientos de deuda por casi US$ 20.000 millones en los próximos 12 meses.
El Ejecutivo también proyecta un crecimiento económico del 5,4% en 2025 y del 5% promedio hasta 2028, cifras muy por encima de las del FMI y de la región. Sin embargo, los últimos indicadores muestran estancamiento en la actividad, salarios reales deprimidos y un consumo atado a tasas de crédito superiores al 100% anual.
La apuesta central es el superávit fiscal: el Gobierno plantea un resultado primario de 1,5% del PBI en 2025 y estable en 2026, con un superávit financiero del 0,3%. Según el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, los cálculos replican los de 2025 y buscan “perpetuar el ajuste”, dejando claro que, si la recaudación no acompaña, el ajuste recaerá otra vez sobre el gasto social y la inversión.